Si te gusta comer azúcar en forma de dulces, chocolates o zumos, puede que esto te interese. Porque voy a contarte cómo puedes dejarlo, o al menos comerlo de vez en cuando sin depender de él.

Aunque antes deja que te cuente una historia:

Había una vez un pequeño pueblo llamado Dulcetown, donde todo el mundo tenía una obsesión por el azúcar. Las calles estaban pavimentadas con caramelos, los árboles daban frutas azucaradas y las casas estaban hechas de galletas de jengibre.

¿Te lo imaginas?

Los habitantes de Dulcetown pasaban sus días disfrutando de deliciosos postres y dulces sin preocuparse por nada más. Un día, llegó un extraño personaje llamado Azucarito a Dulcetown.

Azucarito era un hombre pequeño, regordete y vestido con un traje de azúcar rosado de pies a cabeza. Llevaba una enorme cucharita de azúcar como bastón y tenía una sonrisa brillante en su rostro.

Azucarito se paseó por el pueblo anunciando que tenía el azúcar más dulce y deliciosa del mundo. Los habitantes de Dulcetown, que ya estaban acostumbrados al azúcar, no podían resistirse a probar la nueva oferta de Azucarito. Se formaron largas filas frente a su tienda, donde vendía paquetes de azúcar en polvo, caramelos gigantes y piruletas del tamaño de un paraguas.

La gente de Dulcetown se volvió loca por el azúcar de Azucarito. Comenzaron a añadirlo a todo: a sus cafés, a sus ensaladas, e incluso a sus sopas.

Los niños se volvieron hiperactivos y los adultos comenzaron a tener problemas dentales, de sobrepeso y diabetes.

A pesar de los peligros del exceso de azúcar, nadie podía resistirse a la tentación de probar las dulces delicias de Azucarito.

Pero un día, algo inesperado ocurrió.

Azucarito se quedó sin azúcar.

Resulta que había usado todo el azúcar que tenía para hacer sus productos y no había previsto la demanda tan alta del pueblo de Dulcetown. Los habitantes del pueblo entraron en pánico.

Sin azúcar, sus vidas se volvieron amargas.

Las tiendas de Dulcetown se quedaron vacías y la gente comenzó a buscar desesperadamente azúcar en otros lugares. Algunos viajaron a pueblos vecinos, mientras que otros intentaron fabricar su propio azúcar utilizando ingredientes improvisados.

Hubo incluso rumores de un comercio ilegal de azúcar en el mercado negro.

Con el paso del tiempo, los habitantes de Dulcetown comenzaron a darse cuenta de que habían dependido demasiado del azúcar de Azucarito.

Aprendieron la importancia de una alimentación equilibrada y moderada, y descubrieron que había muchas otras delicias además del azúcar. Aunque la vida en Dulcetown ya no era tan dulce como antes, la gente aprendió a disfrutar de una variedad de sabores y a no depender únicamente del azúcar.

Y así, la historia de Azucarito y su azúcar enloquecedor se convirtió en una leyenda en Dulcetown. La gente aprendió la importancia de la moderación y la variedad en su alimentación, y nunca más volvieron a depender tanto del azúcar.

Fin.

¿Tú también sientes que vives en la ciudad Dulcetown?

¿Cuántas veces has intentado dejar el azúcar sin un resultado duradero?

Se hace complicado, ¿verdad?

No me extraña…El azúcar está por todas partes.

¡Y está riquísimo!

Si no fuera porque provoca:

• Cansancio.
• Alteraciones del sistema nervioso.
• Caries.
• Parásitos intestinales.
• Cándida.
• Acné.
• Envejecimiento prematuro (arrugas, manchas, flacidez).
• Celulitis.
• Sobrepeso.
• Pre-diabetes.

Y alguna cosa más…

Sería una maravillosa manera de alegrarnos la vida. Pero la realidad es que el azúcar es lo más tóxico que existe en nuestra alimentación.

Produce inflamación en el cuerpo y favorece el crecimiento de células cancerosas (provocando lo que has visto arriba).

En cuanto a alimentación, probablemente sea una de las cosas que más te cueste dejar.

No te culpes por ello, a las ratas también les pasa. 

En estudios realizados con ellas han visto que el azúcar es 8 veces más adictivo que la droga.

¡8 veces!

No el doble, no. 8 veces.

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, y 8

Madre mía, ¿no?

Si las ratas prefieren azúcar antes que droga… ¿Qué crees que nos pasará a nosotros?

Seguro que ahora entiendes mejor por qué se hace tan difícil y no sirve la dieta de la manzana ni  cualquier Tip de estos que rondan por internet.

Por eso Cristina Raya y Dona Run,

volvemos con una segunda edición de

CÓMO DEJAR EL AZÚCAR VOL.I

Pero, pero, pero… Hemos escuchado vuestras plegarias y

¡Habemus sorpresa!

Así que si viniste a la edición anterior, quédate igualmente hasta el final porque lo mismo también te interesa.

Mira.

Cristina ha sido comedora nata de azúcar desde la adolescencia y comedora compulsiva. Si alguien se merece una medalla al récord de comerse una tableta de chocolate entera en tan solo 30 minutos, sumado a un paquete de galletas y lo que surja…

…Es ella.

Hasta que se cansó de vivir agotada, con cándidas, acné y problemas digestivos.

Arrastrándose por la vida con una salud deprimente…

Y cambió los cereales con leche, el pan con embutido y otras cuantas cosas más por todo lo que te va a contar en el próximo WORKSHOP:

CÓMO DEJAR EL AZÚCAR SIN HACER DIETA.

Si ella y sus clientes han conseguido dejar de comer tanto azúcar y llevar una vida más equilibrada sin seguir una dieta ni crear restricciones, quiere decir que el método funciona.

Al menos si lo aplicas.

Porque lo que aprenderás en este taller no es una hipnosis ni un tratamiento de acupuntura que hará que tus ganas por comer dulce desaparezcan. Si estás esperando un milagro de Lourdes, la cola es no es aquí.

¿En qué consiste este Workshop?

Pues hemos distribuido el programa en dos sesiones completas de dos horas cada una.

La primera se realizará el Sábado 21 de Octubre de 10h a 12h.

En esta primera parte veremos:

• Cómo te está afectando el azúcar (al cuerpo, el organismo y la mente).
•  ¿Es el azúcar realmente adictivo?
• Tipos de azúcar. ¿Cuál es mejor?
• Azúcar oculto. Aprende a descubrirlo en los productos empaquetados.
• ¿Cómo cortar la dependencia al azúcar?
• Consejos y pautas para empezar a reducirlo sin hacer dieta ni restricciones.

Además haremos una práctica de Mindfuleating para experimentar todo lo que vas a aprender en el taller.